"Mi fantasía viene de un abolengo moro, los Andes son de plata, pero el León es de oro; y las dos castas fundo con épico fragor" ~José Santos Chocano
por Susana Danino @Berkeliana
Mural de Mosaicos. Trujillo, Perú.
Fuente: RPP
Definir
la identidad del peruano es un tema muy controversial pues toca las fibras más
profundas de la esencia del ser. Pero
tocar la identidad no es tarea fácil, pues hacerlo obliga irremediablemente
a revisar sus raíces, en cuyos parajes como pedazos de mosaicos rotos, yacen
inertes heridas de subyugación y oprobio.
Este rompecabezas es un cúmulo de siglos de experiencias europeas y
precolombinas: ambas fusionadas irreversiblemente desde 1492. Cualquiera diría
que el peruano es un conjunto de culturas y en efecto lo es. La España que conquistó el Perú era una muy
híbrida y podría decirse que se recibió entre otros, todo el contexto histórico y social emanado de las culturas, latina, judía, y árabe. Sin
embargo, para muchos peruanos resulta difícil entender y aceptar la herencia
europea y se le rechaza por las consecuencias que dejaron siglos de colonialismo y
sujeción española. Mientras algunos aceptan el legado español, otros lo rechazan por la burda copia de identidad que se impuso. Cualquiera fuera la posición lo cierto es que
no hay guerra más terrible para el ser humano que el estar en constante pelea
consigo mismo.
Para
hablar de la identidad del peruano, debemos tomar como punto de partida un
evento histórico de gran trascendencia: la conquista. En 1492 España conquistó gran parte del continente
Americano. Muchos académicos llaman a
este evento “el encuentro”, otros prefieren llamarlo “el descubrimiento”, lo cierto es
que el primero suena muy amigable y pacífico, mientras el último suena al hecho que América estaba perdida; ambos no reflejan la historia. Según Benjamín Keen en A History of Latín
American, "la conquista" refleja un balance objetivo del evento histórico, pues
da "la visión del vencido", del conquistado y de la devastación que este evento significó
para América. Uno de los desastres de la
conquista, fue la erosión del ecosistema por la introducción de animales y
semillas foráneas. Otro fue el
sustancial exterminio de la población aborigen del 90% a 95% entre 1492 y 1575, debido a “la brutal explotación” que dio como resultado la desorganización social y la pérdida de la voluntad de vivir. La muerte de miles de aborígenes por falta de inmunidad contra las nuevas enfermedades, agregó al deterioro de la población aborigen. Igualmente destructivo fue la paralización del
desarrollo de las culturas, Azteca e Inca, las cuales no habían alcanzado su máximo
potencial cultural. Para Europa, en cambio, la
conquista marca un gran apogeo y el final del medioevo para dar inicio a la
modernidad.
España pretendió formar y "domesticar" al indígena a su imagen y semejanza en base a la imitación de un modelo occidental que produce uno similar pero incompleto: "un mimicry", según sostiene Hommi Bhabha en Of Mimicry and man: The ambivalence of Colonial Discourse. Se creó un sujeto que aunque fue hecho a imagen y semejanza del modelo, sólo asumió su presencia colonizada de manera parcial, pues continuó pagando el tributo indígena por mucho tiempo. Por lo tanto el discurso colonial fue diseñado para producir identidades discriminadas y reguladas por situaciones de poder que fueron vagas, fue una farsa mimética. España creó identidades que luego negó y que usó con doble criterio ya que no permitió la igualdad de derechos. De igual manera, se sometió al indígena a un proceso de transformación de identidad sin integrarlo plenamente a la sociedad y sin los beneficios de una educación. Por otro lado, la "brillante" idea de traer esclavos para evitar que el indígena lo sea, dejó también una marca indeleble en nuestra cultura. Para bien o para mal se forzó una identidad, cuyos pedazos aún permanecen en las profundas paredes del sentir del hombre colonizado.
Empero, no todo fue malo, la conquista deja el legado del idioma castellano y —no fue por falta de lengua, pues existían muchas— sino por que se impuso a manera de ejercer control sobre la población. Cabe anotar que la herencia de la escritura abre infinitas posibilidades al desarrollo del conocimiento humano. También se recibió el sistema patronímico de familia, legado visigodo durante su permanencia en la península ibérica. Asimismo, los números arábigos, preposiciones y artículos, permanecen incólumes en las culturas hispánicas como legado de la España árabe. Y en efecto se puede enumerar una gran lista de legados, lo evidente es que estamos mezclados y tenemos pedazos de mosaicos que nadan en mágico sincretismo; entre el castellano y el quechua; entre el latín y el aymara; entre el poema del Mio Cid y el Himno de Manco Capac; entre la oralidad y la escritura; entre el Dios Viracocha y la Virgen María; entre las fiestas patronales de danza de diablos y las procesiones del Señor Crucificado; entre el cajoneo del festejo y el triste de la quena; entre los movimientos sensuales de los Yoruba y las danzas afro peruanas, pero sobretodo entre pedazos de historia que buscan entender su compleja identidad.
Por
lo tanto pretender decir que somos lo que fuimos antes de 1492 es una utopía,
es un buen deseo y nada más, no podemos cambiar la historia. Lo que si podemos es aceptar nuestras múltiples partes y dejar de estar en constante pleito con nosotros mismos.
La conquista no sólo nos parió, también nos partió y nos mezcló; nos
dejó en constante búsqueda de esa identidad perdida, aquella reflejada como bien
dice Carlos Fuentes, en la metáfora de inconclusas construcciones que desde lo
alto podemos apreciar en cualquier ciudad del continente americano. Definir que es ser peruano, en términos de identidad —no de nacionalidad— continua siendo
una tarea muy compleja, pero un buen punto de partida podría ser aceptando la
historia, así como su doloroso y confuso legado.
Es necesario reconocer que sólo podremos avanzar aceptando las múltiples
raíces que conforman nuestra identidad y construir en base a lo que somos y no
en base a lo que fuimos: la historia es lamentablemente irreversible.
Bibliografía
Fuentes, Carlos. The Buried Mirror: Reflections on Spain and The New World.
Houghton Mifflin Co. Ed. Boston, New York. 1999.
Rice Philip and Patricia Vaugh. Comp. Modern Literary Theory. Hommi Bhabha. "Of
Mimicry and man: The ambivalence of Colonial Discourse." University Press. New
York 1989. 381.
Keen Hayes and Keith Hayes. "The Voyages of Columbus." A History of Latin
America. Houghton Mifflin Co. Ed. Boston 2004. 57.